Una noche oscura y asfixiante. El humo de un cigarrillo cargando el ambiente. El olor a cuero de la funda de un revolver que pide ser disparado. La gabardina de un detective desdibujada por los neones de un tugurio en el Callejón del Crimen… Esta podría ser perfectamente la atmósfera de cualquiera de las viñetas que podamos encontrar en Gotham City: Año uno.

Tom King nos está acostumbrando a rescatar personajes, en mayor o menor medida conocidos, para darles un background poco visto hasta el momento y para dotarlos de una historia que los eleve a una posición de mayor protagonismo y profundidad. En este aspecto, si bien es cierto que nombres como Scott Free o Christopher Chance eran carne de cañón para rescatarlos de la segunda o incluso de la tercera fila y llevarlos al más absoluto protagonismo de sus obras encumbrándolos en los míticos Mr. Milagro y Blanco Humano respectivamente, el ex agente de la CIA trata, en esta ocasión, de hacer lo propio con el pasado de Bruce Wayne.

Y es que más que con Batman, la obra de la que estamos hablando nos da una lección de historia y protagonismo con sus abuelos pero, sobre todo, con la propia ciudad de Gotham, de la cual King hace un personaje en sí misma.

Gotham City: Año uno es una historia de detectives y género negro en mayúsculas. Nos presenta una ciudad en la que el crimen se encuentra en las cotas más bajas debido a la mano de hierro con la que el comisario de policía combate a los delincuentes y resuelve los grandes casos; pise a quien pise. En un momento histórico en el que otras grandes urbes como Star City o Metrópolis están a la sombra de la ciudad gótica, la sociedad parece florecer y la empresa de los Wayne comienza a proyectar una gran industria con la que traer el progreso a las zonas más necesitadas. Y ahí, en una burbuja de relativo bienestar, empieza todo.

Helen, la pequeña hija de Richard y Constance Wayne, el matrimonio más poderoso de la ciudad, ha sido secuestrada y arrancada de la seguridad de su mansión. Tras recibir una carta firmada con un misterioso esbozo de un murciélago en la que se pide un suculento pago a cambio de la pequeña, el detective Sam «Slam» Bradley recibe el encargo de investigar dicha desaparición y tratar de salvar la vida de la heredera. A partir de aquí se suceden una serie de crímenes, traiciones, revelaciones y malas jugadas por parte de los protagonistas, que irán acompañando a la ciudad de Gotham en el inicio de su declive.

Destacan de manera magistral el carisma y la marcada personalidad de cada uno de los personajes, así como sus motivaciones internas y sus batallas y miserias personales, que condicionan sobremanera el devenir de la historia con sus dramáticos giros.

El cómic destila crimen y corrupción. Nudillos y puños ensangrentados. Salpicaduras en cuellos de camisa y tiritas cubriendo brechas y narices rotas. Todo ello con un color asfixiante que bien podría tornarse en el clásico blanco y negro de Bogart o Bergman.

Hester juega a menudo con las sombras, las perspectivas y con una interesante gama de texturas que otorgan al dibujo una profundidad y un gran control sobre la acción, acentuando de manera espectacular las escenas más dramáticas y atrapando al lector todo momento. Los flashbacks los representa simplificando levemente los trazos y tornando las páginas en una bicromía sugerente en función de la acción que se está desarrollando.

Sería fácil concluir esta breve reseña diciendo que se trata de un cómic muy completo e interesante, pero esta obra de Tom King va más allá. Gotham City: Año uno hará las delicias de los amantes del género negro y de todo aquel que aprecie una buena narrativa y una historia de las que calan. Aquí se descubre cómo el orden y la ley se fueron al garete en la ciudad de Batman. Cuál es el pasado de sus antecesores. Y, sobre todo, por qué no hay que secuestrar a un Wayne.

Título: Gotham City: Año Uno

Autor: Tom King y Phil Hester

Editorial: ECC

Páginas: 192

Edición: Cartoné 16,8 x 25,7cm

Precio: 24,70€

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